Mario López Espinosa
Nosotros también
Era una de aquellas épocas en que recorríamos las capitales de los principales países de Europa, renegociando al deuda externa de México. El grupo lo encabezaba José Ángel Gurría, en ese entonces Subsecretario de Hacienda. Llegamos a Madrid a un encuentro de todo un día con los banqueros españoles y portugueses. En la noche, Don Luis Yáñez-Barnuevo García, Secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica de España, nos ofreció una espléndida cena en un excelente restaurante de Madrid, a la que asistieron sus más cercanos colaboradores y los representantes de los banqueros. La plática giró en torno de diversos temas y en algún momento se dirigió hacia los Estados Unidos.
–Monitorear más de un millón de cruces fronterizos legales diarios, y oros tantos ilegales, en una frontera de poco más de tres mil kilómetros, no ha sido nada sencillo, destacó Gurría, y agregó: Es prácticamente la misma distancia aérea que existe entre Madrid y Moscú.
Noté la manifiesta expresión de sorpresa de todos los españoles presentes, ante semejante dato. Continuó la conversación, pero ninguno de ellos pudo borrar aquella expresión de desconcierto ni por un instante. Antes de despedirnos, el Ministro español quiso reconocer su asombro.
–La verdad José Ángel es que a veces dejamos de percibir algunos hechos de especial trascendencia. Mira que una frontera de más de tres mil kilómetros con la principal economía del mundo, se dice fácil. Ustedes no tienen idea lo que nosotros, los españoles, seríamos capaces de dar por tener, no una frontera de tres mil kilómetros, sino de tan sólo 100 kilómetros con el principal mercado del mundo.
–Nosotros también, dije yo.
Gurría lanzó una carcajada, El Ministro me volteó a ver y dijo:
-Bueno, claro, seguramente no debe ser nada fácil tener una frontera, casi única y de esas dimensiones , con los Estados Unidos. Creo que mejor me lo pensaría dos veces.